- Los niños... A veces son mucho más astutos que los atontados y pesados adultos.
- Se dio cuenta de que era mucho más fácil hallarse a las puertas de algo que haberlas cruzado.
- ... a los humanos les gusta contemplar la destrucción a la pequeña escala.
- Liesel alargó el cuello, como si quisiera ver por encima de la puerta que tenía enfrente. Sin duda, su gesto invitó a la mujer a abrirla.
- Jesús, María...
Lo dijo en voz alta, las palabras se derramaron por la habitación llena de libros y frío. ¡Libros por todas partes! No había pared que no estuviera forrada de abarrotadas e impecables estanterías. Apenas se veía la pintura. Las letras impresas en los lomos de los libros negros, rojos, grises, de cualquier color, eran de todos los tamaños y estilos imaginables. Era una de las cosas más bellas que Lisel Meminger había visto nunca.
- Imagínate que tienes que sonreír después de recibir un bofetón. Y luego imagínate que tienes que hacerlo las veinticuatro horas del día.
En eso consistía ocultar a un judío.
- Explicó que era judío de nacimiento, que lo habían educado como tal, pero también, y entonces más que nunca, que el judaísmo no dejaba de ser una etiqueta, la peor suerte con que uno puede tropezarse.
- ... uno se conforma con cualquier cosa en según qué circunstancias.
- Se dio cuenta de que era mucho más fácil hallarse a las puertas de algo que haberlas cruzado.
- ... a los humanos les gusta contemplar la destrucción a la pequeña escala.
- Liesel alargó el cuello, como si quisiera ver por encima de la puerta que tenía enfrente. Sin duda, su gesto invitó a la mujer a abrirla.
- Jesús, María...
Lo dijo en voz alta, las palabras se derramaron por la habitación llena de libros y frío. ¡Libros por todas partes! No había pared que no estuviera forrada de abarrotadas e impecables estanterías. Apenas se veía la pintura. Las letras impresas en los lomos de los libros negros, rojos, grises, de cualquier color, eran de todos los tamaños y estilos imaginables. Era una de las cosas más bellas que Lisel Meminger había visto nunca.
- Imagínate que tienes que sonreír después de recibir un bofetón. Y luego imagínate que tienes que hacerlo las veinticuatro horas del día.
En eso consistía ocultar a un judío.
- Explicó que era judío de nacimiento, que lo habían educado como tal, pero también, y entonces más que nunca, que el judaísmo no dejaba de ser una etiqueta, la peor suerte con que uno puede tropezarse.
- ... uno se conforma con cualquier cosa en según qué circunstancias.
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