Diana Setterfild - "El Cuento Numero Trece"

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- La gente desaparece cuando muere. La voz, la risa, el calor de su aliento, la carne y finalmente los huesos. Todo recuerdo vivo de ella termina. Es algo terrible y natural al mismo tiempo. Sin embargo, hay individuos que se salvan de esa aniquilación, pues siguen existiendo en los libros que escribieron. Podemos volver a descubrirlos. Su humor, el todo de su voz, su estado de ánimo. A través de la palabra escrita pueden enojarte o alegrarte. Pueden consolarte, pueden desconcertarte, pueden cambiarte. Y todo eso pese a estar muertos. Como moscas en ámbar, como cadáveres congelados en el hielo, eso que según las leyes de la naturaleza debería desaparecer se conserva por el milagro de la tinta sobre el papel. Es una suerte de magia.

- Hay demasiados libros en el mundo para poder leerlos todos en el transcurso de una vida, de manera que hay que trazar una linea en algún lugar.

- ¿Qué mejor lugar para matar el rato que una biblioteca? Y en concreto para mí, ¿qué mejor manera de conocer a alguien que a través de su colección de libros y el trato que les dispensa?

- Las familias son tejidos. Resulta imposible tocar una parte sin hacer vibrar el resto.

- ... los niños pueden ser muy crueles. Lo que pasa es que no nos gusta pensar eso de ellos.

- Nada te obliga a cumplir un propósito formulado en mitad de la noche.

- Todo el mundo tiene una historia.

- Tengo por norma estricta no perseguir a mis pupilos, sino enseñarles a que ellos vengan a mí.

- No puede haber secretos en una casa donde hay niños